Saludos a todos. Hacía mucho que no publicábamos nada, pero es que las Jornadas Espeleólogicas nos han tenido muy ocupados.
Hoy me permito hacer un copy/paste de una noticia publicada en el portal del GES de la SEM, el cual creo que es muy interesante. Que lo disfrutéis
Escrito por Oier Gorosabel Larrañaga (ADES)
jueves, 11 de febrero de 2010
Intervención realizada el 8 de Diciembre de 2008 en las XXVII Jornadas de Espeleología Vascas (Gernika-Lumo)
1. INTRODUCCION
La carencia de nuevos espeleólogos es un tema que siempre acaba saliendo en las conversaciones subterráneas. En la húmeda espera de un pozo, en el momento del almuerzo... los compañeros del ADES han tenido que soportar repetidamente mis alegatos por una mayor presencia mediática. En una ocasión alguien me retó, medio en serio medio en broma, a que dictara una ponencia sobre el tema en las Jornadas que estábamos preparando. Probablemente pensaba que saldría escaldado de un auditorio compuesto en gran medida por espeleólogos veteranos, pero no contaba con que tengo ascendientes navarros: así que acepté el reto.
De esta forma, se me asignó un turno de palabra en las XXVII Jornadas de Espeleología Vascas que se celebraron en Diciembre del 2008 en Gernika. Dado que mi escasa experiencia subterránea no me capacita para dar conferencias a nadie, mi intervención consistió más bien en plantear un montón de preguntas. Soy aficionado a observar a las personas y tengo cierta experiencia de participación en diversos grupos, por lo que pensé que era posible sacar conclusiones útiles sobre nuestra forma de funcionar. La falta de relevo generacional es una sombra que planea sobre todos los grupos, pero que pocas veces se aborda de forma racional y queda relegada a comentarios marginales en los ratos que nos dejan libres las cosas importantes. Y es que no podemos obviar que cuando la edad media de los espeleólogos de un grupo sube de los 40 años, se acerca el momento en el que esas cosas importantes se van a tener que dejar de hacer.
He de decir que me sorprendió gratamente lo receptivo que se mostró el público a mi intervención y la animosidad con la que dio su opinion sobre las cuestiones planteadas. Fueron varios los presentes que tras el debate me comentaron su pertinencia, e incluso gente que no acudió a las jornadas se ha puesto en contacto conmigo posteriormente para interesarse por el tema. Es por eso que he considerado conveniente poner por escrito las ideas planteadas aquel día; y pese a que estos rudimentarios apuntes son a la Dinámica de Grupos lo que el “Muy Interesante” a la revista de arqueología “Agiri”, creo que podrán usarse al menos como punto de partida para un debate necesario.
Foto de familia de las XXVII Jornadas de Espeleología Vascas (Foto: ADES).
2. UNA ACTIVIDAD MINORITARIA
Es evidente que la espeleología es minoritaria. Sus características hacen que, de entrada, sea necesario mantener una condición física de alto nivel para practicarla. Por otra parte, son pocas las personas que se sienten atraídas por los lugares oscuros y menos aún las que toleran las estrecheces que tantas veces nos encontramos. Si a esto le sumamos un frecuente paso por lugares embarrados y una permanente exposición a la humedad –cuando no a los baños completos-, nos encontramos con que es una ínfima parte de la población la que podría sentirse atraída por nuestra actividad.
No es una mala situación, puesto que la fragilidad del mundo subterráneo es incompatible con un número alto de personas circulando por él. Es bueno, por tanto, que la espeleología sea una actividad minoritaria. Pero ¿debemos hacer una bandera de ello? ¿es deseable ser cada vez menos?
Ilustración de Roberto Garai (El Reino Inclinado, 1984).
Sin lugar a dudas, la conservación ideal del karst pasa por la ausencia absoluta del ser humano en las cuevas. Pero debemos ser realistas: aunque los espeleólogos actuales decidiéramos retirarnos de repente para preservar el medio, no pasaría mucho tiempo antes de que alguien, con una linterna y una cuerda, decidiera aventurarse a entrar en este fascinante mundo y comenzar de nuevo. Por eso, sí interesa que siga habiendo espeleólogos y que la cadena de transmisión entre generaciones no se rompa.
Muchos grupos de espeleología, tras décadas de trabajo, han acumulado una gran cantidad de información sobre su zona de estudio. Cuando estos grupos desaparecen por falta de relevo, este trabajo de tantos años queda enterrado en archivos de difícil acceso a personas ajenas al grupo. Si tras unos años de inactividad surge alguien dispuesto a retomar la exploración en esa zona, probablemente tenga que empezar de cero. Una de las mayores satisfacciones de un investigador es el reconocimiento, difusión y continuación de su trabajo; así, deberíamos tratar de poner las condiciones para que el relevo se produzca de forma natural y evitar las soluciones de continuidad en la investigación. Esto pasa necesariamente por captar a esa pequeña parte de la población afín a la espeleología que existe en la sociedad.
3. PROBLEMAS PRINCIPALES A ABORDAR
Invisibilidad de los espeleólogos
Las particulares características de nuestra actividad hacen que seamos prácticamente invisibles para la sociedad. A los montañeros se les ve caminando por las carreteras, a los ajedrecistas jugando en los bares, a los futbolistas –¿dónde no se ve a los futbolistas?-. En cambio, nosotros nos cambiamos de ropa furtivamente para seguidamente meternos dentro de un agujero, desde donde no se nos ve salir hasta diez horas después. Por ello, a la vista del público no existimos.
Esto produce situaciones paradójicas. Para no seguir teorizando en abstracto, valga que me ponga a mí mismo como ejemplo: durante toda la vida he sido aficionado a meterme en los agujeros y explorar sitios oscuros; era algo normal para mí. Un buen día, leí en el periódico que un grupo de espeleología llamado ADES organizaba un cursillo. Había pasado 33 años viviendo entre Eibar y Lekeitio, sin saber de la existencia de los grupos de mi zona (al menos tres, según he sabido después). ¿Culpa mía? Puede ser, por no haber puesto el suficiente afán en investigar si tanto me tiraba la cosa; pero también puede ser debido al poco empeño de los espeleólogos en hacerse visibles. Si estamos de acuerdo en que de entrada son muy pocas las personas que pueden compartir nuestra afición en la sociedad, qué diremos si a esto se añade el desconocimiento de la propia existencia de la Espeleología.
Grupos impenetrables
Pongamos que hay una persona a la que le atraen las cuevas; está bien físicamente, dispuesto a mancharse, mojarse, pasar estrecheces y busca un grupo de espeleología concreto donde poder aprender. Le espera una tarea bien difícil: conseguir contactar con el grupo, y participar de sus actividades.
En efecto: quizás por influencia de los antiguos habitantes de las cavernas, los espeleólogos no destacan precisamente por su don de gentes. En muchas ocasiones un grupo de espeleología es una cuadrilla hermética; este carácter sectario se ve reforzado en la medida en que pasamos mucho tiempo juntos, viviendo experiencias muy intensas, que son difíciles de compartir no sólo con la gente que no conoce el mundo subterráneo, sino incluso con espeleólogos de otros grupos. De hecho, pocas cosas hay más aburridas que oir a varios compañeros relatar su particular odisea en una cavidad desconocida para el oyente, por mucha pasión que pongan en el relato; así que pongámonos en el lugar de un recién llegado que consigue acceder a nuestra excelsa compañía.
Recuerdo que en las Jornadas referidas, la mención de este punto provocó rumores en la sala y comentarios de personas que se sintieron identificadas con él. Sirva de muestra ilustrativa la anécdota de Javi Moreno, que refirió cómo cuando quiso iniciarse en la espeleología se puso en contacto con los compañeros del GAES; al parecer estaban ocupados en cosas más importantes y le mandaron a tomar viento fresco, por decirlo de forma suave. Tuvo que ser por otra vía que consiguió al fin meterse en este mundo. Esta anécdota que hoy en día provoca hilaridad debería hacernos reflexionar: no todos los potenciales espeleólogos son tan obstinados y, ante un grupo poco receptivo, lo más probable es que el aspirante desista de su empeño y se busque otra actividad en que sea mejor recibido.
Consideremos que de las personas que consiguen acceder al grupo, una gran parte lo abandona poco tiempo después; podríamos cifrar de forma optimista en un 3% el número de personas que finalmente decide quedarse. De esto se deduce que para conseguir tan sólo un nuevo fichaje, deberemos “aguantar” a unos treinta y tres novatos que se acabarán marchando.
Las generalizaciones no son justas, pero estoy seguro que un gran porcentaje de los espeleólogos de hoy en día (se) reconocerán en una fase u otra de éstas que describimos.
4.1 Primera fase: un grupo de amigos lo inicia.
Normalmente, un grupo formal (de espeleología o cualquier otra actividad) se constituye por gente que previamente se conoce, y que decide profundizar en la actividad en cuestión, buscando los recursos necesarios para ello. Esta amistad previa marcará las etapas sucesivas: el grupo gana en cohesión, el aprendizaje en paralelo produce que todos los miembros tengan parecido nivel... No obstante, esto también puede resultar un inconveniente: las “cuadrillas” suelen ser reacias a aceptar nuevos miembros.
4.2 Segunda fase: años de ilusión e iniciativa.
Tras la toma de contacto con el medio y el aprendizaje, el grupo entra en su época dorada. Son años en los que tenemos todo por descubrir, somos jóvenes y fuertes, nos llevamos bien, no tenemos compromisos... La actividad es profusa y son años bonitos para recordar, a los que frecuentemente se hará referencia (“en mis tiempos...”) en posteriores fases.
4.3 Tercera fase: enfados, escisiones.
Como bien sabemos los espeleólogos, la fricción erosiona la roca más sólida; así sucede también con las relaciones humanas. Podrán pasar más o menos años pero es inevitable que en el otrora bien avenido grupo acaben produciéndose roces, malentendidos y discrepancias. Una actitud constructiva puede resolver estas situaciones y desde luego ésto es lo deseable para mantener la actividad por su cauce.
A pesar de ello, puede ser imposible (o nosotros incapaces de) reconducir la situación, y que las rencillas produzcan una fractura del grupo. Individuos que se marchan, escisiones que dan lugar a otros grupos... suceden principalmente en esta fase.
4.4 Cuarta fase: jubilación masiva (del grupo de amigos original) y/o fase agónica.
Aquellos amigos que empezaron haciendo espeleología juntos tienen generalmente la misma edad. En un momento dado, su condición física comienza a decaer; a esto puede unirse una saturación o falta de motivación para seguir con la espeleología; el hecho de entrar bajo tierra todos los fines de semana comienza a percibirse como una tarea no apetecible; ni que decir tiene que el ambiente interno del grupo influye bastante (a estas alturas ya no es un grupo homogéneo en cuanto a nivel técnico ni edad)... pueden ser muchos los motivos que produzcan un enfriamiento en el ánimo del espeleólogo.
Teniendo en cuenta que la edad de los miembros originales suele ser parecida, haremos notar que habrá muchas posibilidades de que todos ellos lleguen simultáneamente a este estado. Si el núcleo motor del grupo lo componen espeleólogos veteranos, tendremos un grave problema a las puertas.
El carácter agónico de esta fase lo podríamos describir como un “quiero y no puedo”. Los veteranos espeleólogos no tienen motivación para seguir en el trabajo de campo, pero tampoco desean que el trabajo de veinte o treinta años quede olvidado bajo el polvo. Son los miembros más jóvenes –si los hay- quienes quedan con la responsabilidad de llevar la iniciativa, y esto suele ser complicado si hay gente imprescindible que no haya sabido delegar funciones.
En este punto suele ser incluso más difícil para una persona ajena al grupo contactar con él y participar de sus actividades.
4.5 Quinta y última fase: disolución y despiste de archivos.
En esta situación, la inercia del grupo lleva a su muerte clínica. Pese a que la disolución formal nunca llegue a producirse, sus miembros pierden los hábitos de trabajo: no se reúnen, no hacen salidas de campo, los archivos se “despistan” (tema este que mencionaremos aparte por su gravedad), los locales se pierden... La zona de exploración queda así abandonada, a la espera de que un buen día algún grupo de chavales decida adentrarse en él. Y pudiendo darse el caso de que tengan que empezar las exploraciones desde cero, sin poder acceder a la información que acumuló el antiguo grupo ni continuar sus trabajos.
5. JUSTIFICACIÓN DE UNA INTERVENCIÓN PARA EL RELEVO
Como queda dicho, la inercia puede llevar a nuestro grupo a pasar por las etapas antes descritas si no intervenimos para evitarlo. Y de hecho, el esfuerzo de esta intervención es mínimo en proporción a los beneficios que puede llegar a proporcionar.
Desde luego, conviene desterrar los puntos de partida derrotistas, que podríamos retratar en frases como:
“Cuando yo me retire, se acabó el grupo”.
“Cuantos menos seamos, mejor”.
No podemos negar que este fatalismo es muy romántico; pero no olvidemos que la adopción de líneas muertas como las representadas por estas frases entra en contradicción con lo que teóricamente decimos defender, es decir, la investigación y conservación del mundo subterráneo. A mi parecer esto está por encima de nuestro ánimo e intereses personales, por lo que propondría sustituir las anteriores máximas por esta otra:
“Yo no tengo ganas de seguir, pero al menos les facilitaré la tarea a los que sí las tengan”.
Otra razón a favor de romper la inercia es que, independientemente de las modas que vienen y van, la proporción de potenciales espeleólogos permanece estable en la sociedad. La atracción por las cavernas ha sido y será siempre minoritaria, ya lo sabemos, pero siempre habrá una pequeña proporción de gente con deseos de conocer el mundo subterráneo (y que ni siquiera tiene por qué saber que existe una disciplina llamada Espeleología). El reto será pues, permanecer localizables y visibles para la población de forma que, cuando aparezca un espeleólogo potencial, sepa a dónde debe dirigirse.
5.1 Espeleosocorro
Los familiarizados con el auxilio en cavidades del País Vasco ya conocen las repercusiones negativas que esta tendencia a la extinción está teniendo en el espeleosocorro.
Grupos de espeleología fuertes (entre las fases 1ª y 3ª) conllevan un Euskal Espeleo Laguntza (EEL) de alta operatividad, compuesto por los mejores de cada grupo. Esto correspondería al panorama de los años 80, cuando nos podíamos permitir el lujo de admitir únicamente socorristas con dos años de experiencia espeleológica y formación completa en autosocorro.
Grupos de espeleología en decadencia (fase 4 en adelante), por el contrario, suponen un EEL con pocos jefes de grupo y multitud de socorristas bisoños, que aun así son admitidos por no haber más donde elegir. Las consecuencias indeseables que conlleva esta situación no escaparán al entendimiento de los socorristas veteranos, que a buen seguro serán los más interesados en que tantos años de capacitación no queden en agua de borrajas.
Ahora: tengamos en cuenta que la existencia del EEL no favorece sólamente a los espeleólogos. Efectivamente, las instituciones de Protección Civil son las más interesadas en que existan grupos de voluntarios. Lo contrario supondría tener que mantener operativo un grupo de élite, profesional, que pese a no intervenir casi nunca supondría un enorme gasto anual de material y personal. Sin duda, para la Administración es mucho más barato mantener un grupo como el EEL por elevadas que puedan parecer las subvenciones en concepto de material, formación, dietas, etcétera.
Si estamos de acuerdo en que un EEL de alta operatividad requiere de grupos fuertes, es evidente que impulsar el espeleosocorro pasa por potenciar la espeleología en general. He aquí una razón añadida para despabilar los clubs renqueantes y/o impulsar a los nuevos para que puedan desarrollar sus actividades de forma duradera y nutrir al socorro con sus mejores especímenes.
6. COMPARACIÓN DE DIFERENTES SISTEMAS DE INTERVENCIÓN
Pasemos a esbozar a grandes rasgos diferentes sistemas que se han solido ensayar para captar nuevos espeleólogos. Por tratarse en general de intentonas informales, sin mucha organización ni continuidad posterior, el resultado más habitual ha sido el fracaso; no obstante, de los errores se puede aprender tanto o más que de los buenos ejemplos y por ello en mi intervención consideré útil describir unos cuantos estereotipos. Las formas fueron deliberadamente efectistas, porque el tema es ya suficientemente preocupante como para hacerlo además árido. Así, las risotadas fueron produciéndose alternativamente entre el público, según si era uno mismo u otro compañero el que se veía retratado. Además de para romper el hielo, esto sirvió para que los oyentes se animaran a hacer interesantes comentarios sobre los pros y contras de cada sistema.
6.1 Sistema de la Enfermera
Denominado así en referencia a una espeleóloga que lo sufrió en sus carnes, consiste en escoger una cavidad estrecha, húmeda y embarrada de la zona, que requiera además un importante esfuerzo físico; probaremos el temple del interesado transitando por la misma y observando sus reacciones.
Ventajas: nos aseguramos de que el potencial espeleólogo cumpla con las exigencias necesarias de tolerancia al cansancio, sufrimiento, frío, calor, humedad, estrecheces... y de paso dejar bien claras nuestra hombría y magnífica condición física.
Inconvenientes: lo más probable es que no vuelva.
Inconvenientes: lo más probable es que no vuelva.
Hay una variante del Sistema de la Enfermera, que podríamos denominar Sistema de la Marmita-Trampa (en referencia a un “gracioso” fenómeno óptico del sistema Urgitxi-Ezuneta). Consiste en llevar al aspirante de excursión a un lugar de la cueva donde haya un obstáculo inevitable para los no avisados, tal como una sima semioculta, un falso suelo, un lugar resbaladizo... de forma que se produzca una caída para regocijo del resto del equipo.
Ventajas: es algo más divertida que el Sistema de la Enfermera (para los veteranos, claro está).
Inconvenientes: puede producir lesiones que precisen evacuar al novato, con la consiguiente incomodidad. Y aunque no sea así, tampoco suelen volver.
6.2 Sistema Excursionista
Consiste en realizar salidas didácticas con grupos (escolares, grupos de montaña...) a cavidades no muy complicadas técnicamente pero suficientemente espectaculares.
Ventajas: llegamos a un público amplio, dando opción de profundizar en la espeleología a quien así lo desee. Hay mucha demanda.
Inconvenientes: actividad sin fin, que puede absorber todos nuestros recursos (acompañantes, tiempo). Al tratarse de público en general, el ratio de personas que vuelven es demasiado pequeño (<1/200). Los turistas tienden a corretear por la cueva, son más difíciles de controlar y hay mayor riesgo de accidente.
6.3 No sistema
Correspondería a dejar que la inercia haga su trabajo, siguiendo la evolución estándar descrita en el punto 4.
Ventajas: estamos entre amigos. Nada nos descentra de la investigación.
Inconvenientes: los amigos son cada vez menos y más viejos. El grupo muere.
6.4 “Sistema ADES”
Finalizando ya la broma de los diferentes sistemas, creo sinceramente que sí es posible intervenir de forma efectiva para controlar la natural tendencia a extinguirse de los grupos de espeleología. Al tratarse de un objetivo a años vista debe ser mínimamente planificado, pero a mi juicio la dedicación que esto conlleva es mínima en comparación con los beneficios que reporta, y si se hace de forma racional puede integrarse perfectamente en nuestra agenda sin que suponga ningún obstáculo para la exploración o trabajos rutinarios. Pasaremos a continuación a esquematizar el sistema que estamos ensayando.
Todos los objetivos secundarios irán supeditados a uno principal: conseguir detectar a (o ser detectados por) esos poquísimos ciudadanos a los cuales el mundo subterráneo les atrae. Objetivos secundarios:
Divulgar nuestro trabajo: lo que no se conoce, no existe a los ojos de la sociedad.
Dotar de prestigio a lo que hacemos.
Conseguir presencia pública, para que quien nos busque nos pueda encontrar fácilmente.
Las herramientas para conseguir esto son diversas, y cada grupo deberá usar las que tenga a su alcance. En nuestro caso, los elementos que venimos ensayando son:
a) La exposición que montamos con motivo del 25 aniversario del ADES. Los 25 paneles con texto y fotos fueron expuestos rotativamente en los pueblos de la comarca, y en la exposición se incluía un cuaderno donde ofrecíamos a los interesados una visita guiada a una cueva de la zona.
b) El blog que pusimos en marcha paralelamente a la página web preexistente. Este recurso permite a cualquier miembro informar de la actividad del grupo de una manera más dinámica –texto y fotos semanales-, frente al carácter estático de la página web que requiere de conocimientos de programación para ser renovada.
c) El envío sistemático de notas de prensa a los medios escritos y audiovisuales de nuestra zona, informando de lo realizado durante el fin de semana (tanto grandes descubrimientos como actividades rutinarias) y remitiendo para mayor información al blog.
d) Atender las llamadas de los periodistas.
Provisionalmente, y sin dar por cerrado el ensayo de este sistema, podemos decir que la repercusión obtenida ha sido grande. Enumeremos lo conseguido:
Divulgación de la actividad espeleológica, tanto a nivel popular como institucional (municipal). A la gente le suena más lo que hacemos, nos llaman más cuando encuentran cuevas, es más consciente del patrimonio subterráneo.
Hemos mostrado directamente el subsuelo a unas 100 personas en las excursiones “fin de exposición”. De ellas un 10% ha vuelto a llamarnos para acompañarnos ocasionalmente en nuestras actividades, y un 3% se ha incorporado plenamente al grupo.
Los miembros más activos del grupo, que residimos en lugares dispersos, usamos el blog para comunicarnos mejor. De la misma forma, los miembros menos activos siguen nuestra actividad por medio del mismo, y se animan en más ocasiones a acompañarnos. Asimismo, otros grupos de espeleología saben lo que hacemos y las colaboraciones se estimulan. Y seguimos captando interesados, dando la opción de comentar las noticias publicadas.
Aparición repetida en prensa, radio y televisión (en una media aproximada de tres ocasiones al mes). Hay que tener en cuenta las particularidades de los medios de comunicación masivos: la publicación de las notas de prensa no depende en absoluto de la importancia de la noticia, sino del hueco que tengan para rellenar. Así, se ha dado la paradoja de que el mayor descubrimiento que hicimos durante el año no mereciera dos líneas, y de que una nimiedad (p. ej. nota de prensa sobre prospección infructuosa) se publique a página entera.
En cuanto al trato ofrecido a las personas que estas actividades de difusión han atraído al grupo, digamos que hemos dosificado de una forma equilibrada cuevas complicadas, fáciles, miserables y espectaculares de forma que hemos podido mantener sin interrupciones nuestro ritmo de trabajo al tiempo que probábamos al novato viendo sus reacciones ante los diferentes obstáculos.
6.5 Papel de las colaboraciones interclub
Las colaboraciones entre diferentes grupos de espeleología pueden jugar un papel de “salvavidas” para grupos en 3º o 4ª fase, en el sentido de que podremos completar el mínimo de espeleólogos requerido para entrar a una cueva en condiciones de seguridad (tanto más en el caso de exploraciones, desobstrucciones o equipamientos que requieran un número extraordinario de personas). Así, en vez de quedarnos en casa por no reunir suficiente gente, la colaboración con otros grupos nos permitirá mantenernos activos.
Pese a que estas colaboraciones no consiguen solucionar directamente el problema de la falta de espeleólogos, también podemos considerarlas una ayuda indirecta ya que mantener un grupo activo significa también mantenerlo receptivo a potenciales nuevos miembros.
7. LA CUESTIÓN DE LOS ARCHIVOS
Como queda dicho, la prioridad nº1 es revitalizar los grupos de espeleología que corren el riesgo de quedar sin gente. Aun así, la cruda realidad es que por no querer o no poder evitarlo hay grupos que a medio plazo van a desaparecer. Asumiendo esto, hay una pregunta que pocas veces se ha planteado seriamente: ¿qué pasa con sus planos, fotografías, textos...?
Bien es verdad que todo ese material atesorado por el grupo es fruto de mucho trabajo llevado a cabo durante largos años, voluntario, no remunerado, y que ha costado muchos litros de sudor. Demasiadas penas y alegrías se esconden bajo el polvo acumulado en esos documentos, como para dejarlo en manos de cualquiera. La primera reacción es desafiante –propia de los cavernícolas que somos-: “¿Quién va a venir a llevarse MI archivo?”.
No obstante, las cosas no son tan simples: hay que tener en cuenta que durante todos esos años se ha estado desarrollando un trabajo científico, de interés público por tanto. Generalmente se ha mantenido algún nivel de colaboración con otros grupos de espeleología, arqueológicos, científicos, técnicos... de forma que lo que lo conseguido también es, en mayor o menor medida, atribuible a otros. Por si esto fuera poco muchos grupos de espeleología están financiados por las instituciones públicas, tanto por subvenciones directas como por ayudas indirectas (cursos, socorro, publicaciones...) de forma decisiva para desempeñar su trabajo.
El Dr. Pedro Castaños, bien conocido por los espeleólogos, interviniendo en las XXVII Jornadas de Espeleología Vascas (Foto: ADES)
Así las cosas, resulta inaceptable que con la desaparición de un grupo de espeleología sus archivos queden “secuestrados”, es decir, inaccesibles al resto de espeleólogos y/o dispersos en casas o locales particulares. A mi juicio esto supone un verdadero desastre que no beneficia ni a los propios autores de la información (que no ven su trabajo reconocido y divulgado como sería deseable), ni al resto de espeleólogos por razones obvias.
En esta situación, considero que la salida más racional pasaría por seguir el procedimiento que convencionalmente usan diversas Asociaciones encargadas de recoger elementos de Patrimonio Cultural disperso: recoger los originales, copiarlos y clasificarlos para después ser devueltos a sus autores o depositarios. Una iniciativa de este tipo, no obstante, requiere de la existencia de una entidad solvente, reputada, que se sitúe por encima de las disidencias entre grupos y garantice una accesibilidad a esos archivos por parte de todos los espeleólogos interesados, así como el reconocimiento de su autoría. Esta entidad podría ser la UEV en el País Vasco, con especial protagonismo de los espeleólogos veteranos, retirados del trabajo de campo pero no del de gabinete.
8. APORTACIONES
Para finalizar mi intervención en estas XXVII Jornadas, lancé una salva de preguntas al público: ¿Merece la pena plantear este dilema? ¿Es inevitable que los grupos queden sin gente? Aparte de dejar que se pierdan ¿véis posible hacer algo con los archivos? Tras lo cual insté a los oyentes a responder y se produjo un tenso silencio.
Felizmente, recogieron el testigo: demostrando que este es un tema sensible, se lanzaron a dar sus opiniones sobre los aspectos mencionados. Hubo aportaciones al diagnóstico, comentarios sobre las soluciones, relatos de experiencias fallidas, ... en varios casos se manifestaron opiniones contrapuestas que fueron discutidas de forma racional, y que he tratado de recoger en los puntos desarrollados anteriormente. Puedo afirmar que ésta fue la parte más valiosa de toda la charla, con 10 o 15 personas opinando por turnos sobre lo comentado y otras 60 escuchando atentamente; ahora lamento no haber llevado una grabadora para transcribir lo allá expresado.
Todas las ponencias de las XXVII Jornadas llenaron la sala; hasta “los de la última fila” permanecían atentos (Foto: ADES).
En cualquier caso, los objetivos de mi intervención quedaron sobradamente cumplidos: poner el tema sobre la mesa, detonar el debate y constatar que hay un interés real por promover el relevo en los grupos de espeleología. Un buen punto de partida para hacer frente al problema de forma coordinada.
Lekeitio, a 20 de Junio de 2009.